Mucho se habló durante la primera etapa de la campaña porteña sobre la despolitización que había impuesto el macrismo con la idea de “fiesta de cumpleaños”, que algunos sectores de la política, le criticaban. Globos, papelitos, música y un gran colorido, indudablemente caracterizó la identidad que adoptó el PRO para la elección.
Esto se aventuraba como un retroceso a la construcción política que sectores como el kirchnerismo pregonaron durante sus dos gestiones, al lograr eliminar de la verborragia cotidiana el recordado “que se vayan todos”, y retomar como en décadas anteriores, una interesante participación de la sociedad en la política.
Luego de que Clarín difundiera el martes pasado una reunión que el sábado 16 realizó el grupo Carta Abierta, algunos medios online replicaron la nota y luego miembros del espacio tuvieron que salir a hablar en algunos programas radiales, a causa del revuelo que se había generado. Después de una semana y un par de días, se comenzaba a escuchar una interesante autocrítica por parte de sectores afines y reconocidos por el kirchnerismo.
En uno de los videos de la reunión –que puede verse por Youtube- la ensayista María Pía López hace un certero análisis al hablar de la paradoja del macrismo. “Se dice que el macrismo no hace política, cuando efectivamente hace política territorial. Se dice que no hace política, cuando efectivamente va a los barrios. Tiene un discurso de la no política, para hacer política”, afirmó la intelectual y luego concluyó: “Nosotros tenemos un discurso de la política, para no hacer política”.
Al escuchar esto, retomo la idea de la despolitización que la oposición de la ciudad de Buenos Aires le criticó al macrismo. ¿Reamente hubo una despolitización en la campaña o para el caso tal ausencia sólo se vio en la llamada videopolítica?
Si hay algo que se le debe reconocer en esta campaña al macrismo es que en cierta forma construyó política. Y esto se vio plasmado en el resultado de la primera vuelta de la elección, donde ni los más esperanzados se esperaban tal diferencia de votos. En las últimas dos elecciones –la legislativa del 2009 y la de jefe de Gobierno de 2011-, el PRO se encargo de acercarle su propuesta a los vecinos, cuando en paralelo “despolitizó” una campaña temporal de marketing electoral, que al parecer, según su objetivo no tenía razones para ser política.
Al llegar la elección, Macri finalmente no había debatido y constantemente se le criticaba que en sus presentaciones en TV evadía los temas sensibles de su gobierno. Macri no había hecho un feroz uso de las bondades que la videopolítica le dio a muchos políticos desde finales del siglo XX. No lo necesitó.
Beatriz Sarlo esbozó hace algunos años siete hipótesis sobre la videopolítica, para poder explicar este fenómeno. Una de ellas afirma que “La videopolítica es la forma más visible del aspecto público de la política”. Esta campaña demostró que pese a ser la forma más visible, puede no ser la más efectiva. La Ciudad de Buenos Aires es un distrito relativamente pequeño, que presenta la posibilidad de realizar una política territorial efectiva, sin un gran despliegue geográfico.
En otra de sus hipótesis, Sarlo menciona: “La videopolítica desacraliza la política. Se establece una distancia menor entre ciudadanos y políticos”. Si bien el PRO en algunos momentos utilizó esta estrategia para llegar al poder -y también la utiliza para mantenerse-, esta vez la menor distancia que se utilizó fue el contacto puerta a puerta.
Evidentemente la criticada campaña no estuvo librada al azar y atacó flanco por flanco, con lo que cada sector le demandaba. La vía pública con una gráfica colorida y frases que podían sonar vacías, la TV con la idea de demostrar constantemente alegría y que “juntos venimos bien”, mientras que la política quedó para la antigua plaza pública.
El Kirchnerismo terminó por creer que su lograda política de medios oficialistas, el uso frecuente de la cadena nacional para mostrar gestión y la demonización al macrismo, eran campaña suficiente para que la fórmula Filmus-Tomada enfrentara al PRO en la capital. Mientras tanto, Macri hacía política.
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