La televisión local actual vive un abaratamiento en términos de producto cultural, a la vez que realiza grandes inversiones económicas para lanzar formatos como reality’s y talk shows. Por otra parte, diversos programas se alimentan de estos productos y buscan rating a cualquier precio ¿Cuáles son las razones de estás tendencias, en algunos casos originadas en el exterior?
Los numerosos estudios que a lo largo del tiempo se encargaron de analizar las funciones de la televisión, sostienen que es un medio creado con el fin de formar, informar y entretener.
De origen contemporáneo, es uno de los modos mas completos de transmisión de contenidos (en conjunto con el posterior avance de la computación e Internet). Rápidamente este aparato, se convirtió en el medio masivo por excelencia. La atracción que la imagen genera es una de las características principales, dentro de un mundo donde prevalece lo visual.
Pero pareciera ser que la realidad que se vive, la introdujo en una situación en la cual prioriza una de sus funciones por sobre las otras: entretener.
El hombre es actualmente un consumidor dentro de la sociedad. Esto lleva a que los productos televisivos estén preocupados por satisfacer constantemente la demanda del cliente. Lo cierto es que también forma e informa, pero no es su prioridad.
La Periodista Soledad Rita Romero, especializada en Comunicación y Cultura opina: “Creo que la tele da cuenta de la gramática que asume la pregunta por el ser en estos tiempos, ni más ni menos. Así es que pensar la tele implica disponer el pensamiento bajo la conjugación propia de la contemporaneidad: tensiones entre globalización y localismos, inmediatez, visibilidad y por supuesto tecnologías”.
Al analizar algún emergente de un determinado momento histórico, es inevitable observar su contexto. Por ello es que las características de la sociedad actual se reflejan en sus objetos culturales. “Es un producto más del mercado de consumo, y al ser masivo tiene un alcance y una influencia muy importante en la sociedad. Muchas veces reproducimos lo que dice en ella, sin profundizar demasiado. La televisión proporciona imágenes y símbolos a mucha velocidad y casi nada de contenido”, agrega el Licenciado en Sociología Andrés Vallejo.
Por estas cuestiones, se podría decir que hay una decadencia de los productos culturales televisivos locales, ya que el interés no es ser un instrumento transmisor de cultura, sino seguir las pautas que arroja la realidad. Ante esto, Pita Romero sostiene que hacer televisión en tiempos de diversidad, multiplicidad, y a la vez de globalización y de mercado implica una conjugación muy compleja que, paradójicamente desemboca en un producto estándar a la medida de la media, que mantenga conectado el mayor nivel de audiencia y que sea atractivo para los sponsors.
El segundo de fama
Dentro de la gramática mencionada, un fenómeno que no se puede dejar fuera del análisis es el de los reality’s y talk shows. Estos formatos introducen gente anónima que cuenta sus problemas cotidianos o compite con otras personas frente a una cámara, por un premio final. Actualmente es un producto muy rendidor en todo el mundo y hace algunos años se instaló en La Argentina.
En vísperas de la segunda mitad del siglo XX, se registró el primer formato de este estilo en tierra estadounidense. Hacia 1948 aparece “Candid Camera”, un programa que realizaba cámaras ocultas en la calle y molestaba a la gente que encontraba al pasar, algo similar a lo que Tinelli hacía en los ’90 con Videomatch. Luego surgieron las transmisiones de Miss América y otros productos que introducían gente común, como algo novedoso. Pero los avances más significativos, que repercutieron en el modelo de reality actual, se dieron en Holanda a partir del año 1991. “Nummer 28” encerraba a siete extraños en una casa y su vida trascurría allí por algunos meses. Con esta idea previa, nació ocho años después “Gran Hermano”, el más exitoso de todos los reality’s en el mundo con seis ediciones en nuestro país.
“Pienso que la televisión necesita generar identificación, para poder captar la atención de la audiencia. Los reality’s son producto de lo que vende hoy, la gente quiere verse reflejada, sentirse identificada y decir: ‘yo también puedo ser como él, yo también puedo ser alguien famoso’, en definitiva ser reconocido”, afirma Vallejo. Por su parte Pita Romero habla del retorno de lo arcaico que tiene que ver con lo tribal, lo nómade, la valoración positiva de lo hedonista, lo sensual, lo inmediato. Manifiesta que por eso es que en la tele resultan tan identificadoras propuestas en las que se habla de las emociones, en donde se expone “la vida misma” y se juega el aquí y el ahora sin más proyecto que “el segundo de fama”, ganado a golpes de impactos, y todo monitoreado “minuto a minuto”.
Estas cuestiones incrementan la idea de un abaratamiento televisivo en términos de producto cultural. Si se piensa en superproducciones locales donde se construye una casa que hace las veces de escenario, hay además un estudio, un panel que opina y el pago de los derechos de autor, económicamente puede resultar mucho más costoso que hacer otro tipo de formatos, pero culturalmente hay una dejadez importante.
Sobre este tema la Periodista considera: “Creo que las productoras son empresas y creo que saben jugar el juego del mercado para ganar. Hay programas con producciones carísimas y, aunque espectaculares, sólo juegan la carta del impacto. Y creo que hay otros -como el queridísimo género de la entrevista, por ejemplo- que sólo con una silla, una mesa, un periodista inteligente, sensible y que sepa escuchar, mantiene ‘hechizada’ a la teleaudiencia y dispone un espacio para la reflexión. Recordemos a Jesús Quinteros y su ‘Perro verde’, a Lanata con ‘La Luna’, el ‘A solas’ de Guerrero Martineitz. Hoy a Rolón, y tantos otros”. Desde otra perspectiva, Vallejo argumenta que en algunos casos el abaratamiento es una consecuencia, que obviamente el empresario siempre quiere bajar costos y aumentar su ganancia y con esto se beneficia.
Contar el cuento de la realidad
Al enfocar la mirada en otro ángulo, se puede ver como la televisión de aire –y en menor medida la de cable- refrita sus contenidos a toda hora. Actualmente todos quieren tener las imágenes de lo que ocurrió la noche anterior en Showmatch con sus concursos, o lo que dijo tal o cual participante. No importa la hora en la que uno se siente frente a la pantalla chica, porque cuando se la encienda, va a presentar algún resumen diario. A la mañana Telefe hace su aporte con “AM”, la tarde es la repetición por excelencia con “Intrusos” en América y “Los profesionales” en Canal 9, y por la noche “RSM” y “Bendita TV” se reparten la tarea en América y Canal 9 respectivamente. Hace algunas semanas el “Duro de domar” de Canal 13, volvió a ocupar el lugar que faltaba: la medianoche. Pero esto no termina con los programas semanales, porque el fin de semana también tiene su lugar con el ya histórico “TVR” de canal 13 y “Zapping” de Telefe. Una grilla completa, que se retroalimenta todo el tiempo.
Sobre esto Pita Romero dice: “En tiempos de comunicación globalizada, el modo de ser está entramado con los medios. La tele no es prioritariamente refleja, es preformativa, hace realidad. Se trata de pensar los medios en términos de construcción y no de literalidad. El término reflejo supone un modelo que pregonaba el intento por la objetividad absoluta. Este modelo ya no es pensable al interior del paradigma de la sociedad de la información: multicultural, divergente, etc. Hay líneas editoriales que gravitan en los enfoques a la hora de ‘contar el cuento de la realidad’, como sintetiza García Márquez desde sus aulas en la Escuela de Nuevo Periodismo que dirige en Cartagena, Colombia. Así es que los medios piensan sobre sí mismos, reflexionan sobre su propia condición”.
Vallejo piensa que el caso de los resúmenes, tiene que ver con la dificultad que presenta el medio de captar la atención del televidente y en el contexto en el que se vive. Declara que actualmente la audiencia se cansa más rápido, es más inquieta e hiperactiva. Por otro, lado no tiene tanto tiempo real para estar frente a una pantalla. Lo de refritar, afirma que puede tener que ver con repetir los programas que tuvieron éxito, con los costos del canal y quizás con la falta de ideas.
Ante esto ¿Se puede decir que la televisión que tenemos es la que imponen los productores o la que la sociedad pide? “De esto se ocupan las teorías culturales. La teoría de la Escuela de Frankfurt diría que es la que nos imponen, igual la de la Dependencia. Pero la Culturológica diría que el receptor no es pasivo. Depende del punto de vista desde donde se asuma el análisis. No hay respuestas unívocas. Hay construcciones, hipótesis que explican un fenómeno desde diferentes abordajes complementarios. No hay blanco y negro, hay construcciones conceptuales que nos organizan posibles mapas de sentidos para repensar un fenómeno complejo, que no se agota en una sola posibilidad”, enfatiza con seguridad Pita Romero.
A su vez, otro interrogante que surge es si la televisión es el reflejo de la realidad. Hay que tener en cuenta que es un emergente de la cultura contemporánea y que no puede ser analizada en forma aislada, por ser algo que aparece a partir de la vida en sociedad. Sobre esto y en relación con lo anterior, la Periodista especializada en el ámbito cultural cree que en ella se construye un relato de la realidad, a partir de determinados modos de ver, de enfocar. También agrega que no hay un relato único que de cuenta de “la realidad social” y tampoco hay “la realidad social” como categoría absoluta. Para finalizar asegura: “Se trata de una sola trama compleja de doble hilo -los medios y la vida- que intenta dar cuenta del ser humano y sus circunstancias: movimiento puro, cambio permanente. Una maravilla inabarcable”.
Los numerosos estudios que a lo largo del tiempo se encargaron de analizar las funciones de la televisión, sostienen que es un medio creado con el fin de formar, informar y entretener.
De origen contemporáneo, es uno de los modos mas completos de transmisión de contenidos (en conjunto con el posterior avance de la computación e Internet). Rápidamente este aparato, se convirtió en el medio masivo por excelencia. La atracción que la imagen genera es una de las características principales, dentro de un mundo donde prevalece lo visual.
Pero pareciera ser que la realidad que se vive, la introdujo en una situación en la cual prioriza una de sus funciones por sobre las otras: entretener.
El hombre es actualmente un consumidor dentro de la sociedad. Esto lleva a que los productos televisivos estén preocupados por satisfacer constantemente la demanda del cliente. Lo cierto es que también forma e informa, pero no es su prioridad.
La Periodista Soledad Rita Romero, especializada en Comunicación y Cultura opina: “Creo que la tele da cuenta de la gramática que asume la pregunta por el ser en estos tiempos, ni más ni menos. Así es que pensar la tele implica disponer el pensamiento bajo la conjugación propia de la contemporaneidad: tensiones entre globalización y localismos, inmediatez, visibilidad y por supuesto tecnologías”.
Al analizar algún emergente de un determinado momento histórico, es inevitable observar su contexto. Por ello es que las características de la sociedad actual se reflejan en sus objetos culturales. “Es un producto más del mercado de consumo, y al ser masivo tiene un alcance y una influencia muy importante en la sociedad. Muchas veces reproducimos lo que dice en ella, sin profundizar demasiado. La televisión proporciona imágenes y símbolos a mucha velocidad y casi nada de contenido”, agrega el Licenciado en Sociología Andrés Vallejo.
Por estas cuestiones, se podría decir que hay una decadencia de los productos culturales televisivos locales, ya que el interés no es ser un instrumento transmisor de cultura, sino seguir las pautas que arroja la realidad. Ante esto, Pita Romero sostiene que hacer televisión en tiempos de diversidad, multiplicidad, y a la vez de globalización y de mercado implica una conjugación muy compleja que, paradójicamente desemboca en un producto estándar a la medida de la media, que mantenga conectado el mayor nivel de audiencia y que sea atractivo para los sponsors.
El segundo de fama
Dentro de la gramática mencionada, un fenómeno que no se puede dejar fuera del análisis es el de los reality’s y talk shows. Estos formatos introducen gente anónima que cuenta sus problemas cotidianos o compite con otras personas frente a una cámara, por un premio final. Actualmente es un producto muy rendidor en todo el mundo y hace algunos años se instaló en La Argentina.
En vísperas de la segunda mitad del siglo XX, se registró el primer formato de este estilo en tierra estadounidense. Hacia 1948 aparece “Candid Camera”, un programa que realizaba cámaras ocultas en la calle y molestaba a la gente que encontraba al pasar, algo similar a lo que Tinelli hacía en los ’90 con Videomatch. Luego surgieron las transmisiones de Miss América y otros productos que introducían gente común, como algo novedoso. Pero los avances más significativos, que repercutieron en el modelo de reality actual, se dieron en Holanda a partir del año 1991. “Nummer 28” encerraba a siete extraños en una casa y su vida trascurría allí por algunos meses. Con esta idea previa, nació ocho años después “Gran Hermano”, el más exitoso de todos los reality’s en el mundo con seis ediciones en nuestro país.
“Pienso que la televisión necesita generar identificación, para poder captar la atención de la audiencia. Los reality’s son producto de lo que vende hoy, la gente quiere verse reflejada, sentirse identificada y decir: ‘yo también puedo ser como él, yo también puedo ser alguien famoso’, en definitiva ser reconocido”, afirma Vallejo. Por su parte Pita Romero habla del retorno de lo arcaico que tiene que ver con lo tribal, lo nómade, la valoración positiva de lo hedonista, lo sensual, lo inmediato. Manifiesta que por eso es que en la tele resultan tan identificadoras propuestas en las que se habla de las emociones, en donde se expone “la vida misma” y se juega el aquí y el ahora sin más proyecto que “el segundo de fama”, ganado a golpes de impactos, y todo monitoreado “minuto a minuto”.
Estas cuestiones incrementan la idea de un abaratamiento televisivo en términos de producto cultural. Si se piensa en superproducciones locales donde se construye una casa que hace las veces de escenario, hay además un estudio, un panel que opina y el pago de los derechos de autor, económicamente puede resultar mucho más costoso que hacer otro tipo de formatos, pero culturalmente hay una dejadez importante.
Sobre este tema la Periodista considera: “Creo que las productoras son empresas y creo que saben jugar el juego del mercado para ganar. Hay programas con producciones carísimas y, aunque espectaculares, sólo juegan la carta del impacto. Y creo que hay otros -como el queridísimo género de la entrevista, por ejemplo- que sólo con una silla, una mesa, un periodista inteligente, sensible y que sepa escuchar, mantiene ‘hechizada’ a la teleaudiencia y dispone un espacio para la reflexión. Recordemos a Jesús Quinteros y su ‘Perro verde’, a Lanata con ‘La Luna’, el ‘A solas’ de Guerrero Martineitz. Hoy a Rolón, y tantos otros”. Desde otra perspectiva, Vallejo argumenta que en algunos casos el abaratamiento es una consecuencia, que obviamente el empresario siempre quiere bajar costos y aumentar su ganancia y con esto se beneficia.
Contar el cuento de la realidad
Al enfocar la mirada en otro ángulo, se puede ver como la televisión de aire –y en menor medida la de cable- refrita sus contenidos a toda hora. Actualmente todos quieren tener las imágenes de lo que ocurrió la noche anterior en Showmatch con sus concursos, o lo que dijo tal o cual participante. No importa la hora en la que uno se siente frente a la pantalla chica, porque cuando se la encienda, va a presentar algún resumen diario. A la mañana Telefe hace su aporte con “AM”, la tarde es la repetición por excelencia con “Intrusos” en América y “Los profesionales” en Canal 9, y por la noche “RSM” y “Bendita TV” se reparten la tarea en América y Canal 9 respectivamente. Hace algunas semanas el “Duro de domar” de Canal 13, volvió a ocupar el lugar que faltaba: la medianoche. Pero esto no termina con los programas semanales, porque el fin de semana también tiene su lugar con el ya histórico “TVR” de canal 13 y “Zapping” de Telefe. Una grilla completa, que se retroalimenta todo el tiempo.
Sobre esto Pita Romero dice: “En tiempos de comunicación globalizada, el modo de ser está entramado con los medios. La tele no es prioritariamente refleja, es preformativa, hace realidad. Se trata de pensar los medios en términos de construcción y no de literalidad. El término reflejo supone un modelo que pregonaba el intento por la objetividad absoluta. Este modelo ya no es pensable al interior del paradigma de la sociedad de la información: multicultural, divergente, etc. Hay líneas editoriales que gravitan en los enfoques a la hora de ‘contar el cuento de la realidad’, como sintetiza García Márquez desde sus aulas en la Escuela de Nuevo Periodismo que dirige en Cartagena, Colombia. Así es que los medios piensan sobre sí mismos, reflexionan sobre su propia condición”.
Vallejo piensa que el caso de los resúmenes, tiene que ver con la dificultad que presenta el medio de captar la atención del televidente y en el contexto en el que se vive. Declara que actualmente la audiencia se cansa más rápido, es más inquieta e hiperactiva. Por otro, lado no tiene tanto tiempo real para estar frente a una pantalla. Lo de refritar, afirma que puede tener que ver con repetir los programas que tuvieron éxito, con los costos del canal y quizás con la falta de ideas.
Ante esto ¿Se puede decir que la televisión que tenemos es la que imponen los productores o la que la sociedad pide? “De esto se ocupan las teorías culturales. La teoría de la Escuela de Frankfurt diría que es la que nos imponen, igual la de la Dependencia. Pero la Culturológica diría que el receptor no es pasivo. Depende del punto de vista desde donde se asuma el análisis. No hay respuestas unívocas. Hay construcciones, hipótesis que explican un fenómeno desde diferentes abordajes complementarios. No hay blanco y negro, hay construcciones conceptuales que nos organizan posibles mapas de sentidos para repensar un fenómeno complejo, que no se agota en una sola posibilidad”, enfatiza con seguridad Pita Romero.
A su vez, otro interrogante que surge es si la televisión es el reflejo de la realidad. Hay que tener en cuenta que es un emergente de la cultura contemporánea y que no puede ser analizada en forma aislada, por ser algo que aparece a partir de la vida en sociedad. Sobre esto y en relación con lo anterior, la Periodista especializada en el ámbito cultural cree que en ella se construye un relato de la realidad, a partir de determinados modos de ver, de enfocar. También agrega que no hay un relato único que de cuenta de “la realidad social” y tampoco hay “la realidad social” como categoría absoluta. Para finalizar asegura: “Se trata de una sola trama compleja de doble hilo -los medios y la vida- que intenta dar cuenta del ser humano y sus circunstancias: movimiento puro, cambio permanente. Una maravilla inabarcable”.
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